¡Hemos perdido el mando!

Anoche al llegar a casa nos dio por ver la tele. Pero, ¡vaya! el mando no aparecía. Hicimos una búsqueda somera y no apareció. Bueno, no pasa nada (pensé), y la encendí manualmente. Preparamos la cena y nos la tomamos sin necesidad (ni ganas) de cambiar de canal. Fregados los cacharros, nos pusimos a la tarea de encontrar el dichoso mando. Lo buscamos por todo el salón. No estaba. Pasamos al resto de los cuartos. No estaba. Ya nos empezamos a calentar. Esto no tenía sentido.

Hicimos memoria. ¿Quién fue el último en apagar la televisión? Mi mujer admitió ser la última. Pero recordaba que lo hizo manualmente por no encontrar a mano el mando. ¡Vaya hombre! Había que retrotraerse más para encontrar el mando. Por más memoria que hicimos no supimos decir dónde lo dejamos. De manera que como lerdos volvimos (literalmente) del revés la casa. Y no apareció.

Este suceso, anodino fuera de los muros de mi castillo, no tiene mucha trascendencia, ni el responsable de la pérdida puede temer mal alguno, pero me temo que no todos pueden decir lo mismo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Distinguido amo de casa:

Creo poder afirmar que su mando está de camino hacia las Islas Canarias.

De nada.

Gonzalo Ortigosa Yoldi.