Allí al presidente le ponen en su sitio

Ser el hombre más poderoso del mundo no es suficiente para saltarse a la torera la legalidad en los EEUU. George Bush, azote de terroristas y máximo exponente de la cruzada contra el islamismo fundamentalista, ha visto como el Tribunal Supremo de su país ha acabado con la irregularidad que suponía el asunto de Guantánamo. No dudo de las intenciones que Bush tuviera con la creación de los tribunales de justicia en la isla caribeña, la repentina aparición de una nueva y más que nunca peligrosa manera de acabar con la democracia, habían llevado a occidente a una situación de indefensión sin precedentes, pero las reglas del juego (que para eso están ya escritas) debían respetarse.

Así son los Estados Unidos de Norteamérica, un lugar en el que la libertad y el respeto por la legalidad tienen un significado real. Y a mí eso, como español, me produce una envidia tremenda.

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