Obama enfrenta a los católicos




"Defenderé siempre con fuerza el derecho de los obispos a criticarme", había asegurado Barack Obama en vísperas de la audiencia que tuvo con Benedicto XVI el pasado 10 de julio.

De hecho, son ochenta los obispos católicos de Estados Unidos en abierto desacuerdo con él sobre cuestiones cruciales, en primer lugar la defensa de la vida. Entre ellos está el cardenal Francis George, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Chicago, la ciudad de Obama.

Al obispo de Denver, Charles J. Chaput, de 65 años, originario de una tribu piel roja, franciscano de la orden de los capuchinos, no le gusta la forma en que Roma, en el Vaticano, disimula las críticas de la Iglesia estadounidense a Obama. No le ha gustado, en particular, la desenfrenada alabanza elevada al presidente americano el pasado mes de julio – en coincidencia con el encuentro de Obama con el Papa – por parte de una venerable cardenal de la curia, el suizo Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia, con un ensayo en la revista "30 Días".

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Primero, el desacuerdo sobre la intervención del presidente Obama en la Universidad de Notre Dame no tiene nada que ver con la cuestión si él es un hombre bueno o malo. Indudablemente, es un hombre con grandes dotes. Posee un óptimo instinto moral y político, y muestra una devoción admirable por su propia familia. Éstas son cosas que cuentan, pero desgraciadamente cuentan también estas otras: el punto de vista del presidente sobre cuestiones decisivas de bioética - incluyendo el aborto, pero sin limitarse a éste - difiere radicalmente de la doctrina católica. Es precisamente por esto que Obama ha podido contar durante muchos años con el apoyo de poderosas organizaciones favorables al “derecho al aborto”. En algunos círculos religiosos se habla de la simpatía del presidente por la doctrina social católica, pero la defensa del feto es una exigencia de justicia social. No existe ninguna "justicia social" si los miembros más jóvenes e indefensos de la especie humana pueden ser asesinados legalmente. Es cierto que los buenos programas para los pobres son vitales, pero no pueden servir para justificar esta violación fundamental de los derechos humanos.

Segundo, en algún otro momento y en otras circunstancias, la controversia en Notre Dame habría podido desaparecer fácilmente si la universidad hubiese pedido simplemente al presidente que ofreciera una conferencia pública. Pero en un momento en el que los obispos estadounidenses ya habían expresado una fuerte preocupación por las políticas abortistas de la nueva administración, la Universidad de Notre Dame ha hecho del discurso de Obama el acontecimiento culminante de la ceremonia para la entrega de los títulos de licenciatura y también le ha entregado un doctorado "honoris causa" en Leyes, esto a pesar de las inquietantes posiciones del presidente a propósito de la ley sobre el aborto y otras cuestiones sociales vinculados a ella.

La verdadera causa de las preocupaciones católicas sobre la intervención de Obama en Notre Dame fue su misma posición abiertamente negativa respecto al tema del aborto y a otras cuestiones controvertidas. Con su iniciativa, la Universidad de Notre Dame ha ignorado y violado las líneas-guía expresadas por los obispos estadounidenses en el documento “Catholics in Political Life” [Los católicos en la vida política], publicado en el 2004. En este documento, los obispos exhortaban a las instituciones católicos a no conceder honores públicos a funcionarios de gobierno que estén en desacuerdo con la doctrina de la Iglesia en cuestiones de importancia primordial.

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