Malo como teólogo, peor en las ciencias sociales



José Ignacio González Faus es un teólogo que no me gusta; es de los "progresistas y un referente para mucha gente. En su blog ha escrito una entrada que resulta paradigmática para conocer su "pensamiento". Las negritas son suyas:

"¡Y ahí queríamos llegar! Hablamos de “los mercados” en abstracto. como si fuesen objetos, fuerzas naturales de ésas que estudian los físicos o los meteorólogos. Pero en realidad, no existen los mercados sino “los mercaderes”. Y los verdaderos mercaderes son unos señores avarientos, crueles, insaciables, hipocondríacos del dinero, que buscan enriquecerse no sólo con el trabajo de los otros sino con el riesgo de los mismos inversores. Keynes, que además de economista era buen psicólogo, insinuó que los humanos somos “potenciales neuróticos del dinero”: y la crisis estalla cuando esa neurosis pasa de la potencia al acto.

Nuestra deformación de “los mercados” -de
mero instrumento a categoría suprema y fin de toda economía- los ha convertido en dioses: de ellos hablamos siempre con respeto (”la blasfemia se castiga con el despido” ¡nunca mejor dicho!); las reacciones de los mercados son las que permiten calificar de justas o injustas las conductas humanas. Ellos han implantado el nazismo económico en que vivimos, fruto del culto al dinero, como el nazismo de Hitler fue fruto del culto a la raza. Son ellos quienes imponen esas conductas criminales que producen masas de individuos como el de la autostopista de que hablé al principio.

De ahí la gran pregunta ética de nuestra hora: ¿cómo vivir de manera honesta, humana, los que somos beneficiarios (y por ello cómplices materiales) de esta especie de apartheid que no se basa en el color de la piel sino en el bolsillo?. Primo Levi y otros comentaristas del Holocausto nazi aseguran que la maldad mayor no estaba en las muertes físicas sino en el proyecto de llegar a convencer a las víctimas de que no eran seres humanos, que no tenían dignidad alguna, que sus verdugos los trataban de manera normal: H. Harendt lo calificó como “banalidad del mal”, y hoy vivimos en la banalidad del mal de los mercados. Nuestro hombre de aquel día de agosto estaba ya casi en ese nivel de no-humanidad: sólo cuando decía “hostia puta” y nos mentaba la madre a todos parecían brotar esas palabras del penúltimo peldaño de dignidad –ya degradada- que aún latía en él y que intentaba salvar del único modo que sabía."

Su definición de los "mercaderes" no deja de ser más una burla que una caricatura. Es hablar por hablar y no decir sino insensateces. El término "hipocondríacos del dinero" que él encontrará graciosísimo e ingenioso a más no poder es una soberana estupidez. Los mercaderes sólo buscan rentabilidad para su inversión, lo lógico. Todos buscamos que nuestros talentos nos den rentabilidad (Mt 25, 14-30).

Su referencia al "nazismo económico" no sólo es un insultante modo de degradar lo que fue el nazismo si no que es una prueba de que la ideología o ciega el intelecto o destapa sus miserias, no lo sé. El actual sistema económico no genera más indignidad, ni más hambre ni peores condiciones de vida que cualquier otro sistema implantado por el ser humano con anterioridad. Negarlo es desconocer la historia. Esto no quita sus fallos y necesidad de mejora, pero de ahí a colgarle la equiparación con uno de los peores regímenes que ha conocido la humanidad...

Por último, si va a hablar de Primo Levi o de H. Arendt lo que uno debiera hacer es leerlos previamente. Así no haremos el ridículo de decir que para Arendt (creadora del término) "banalidad del mal" hace referencia al "proyecto de llegar a convencer a las víctimas de que no eran seres humanos" ; más bien diga que para Eichmann (criminal nazi juzgado en Israel y sobre el que Arendt escribió en "Eichmann en Jerusalén"), todo era realizado con celo y eficiencia, y no había en él un sentimiento de «bien» o «mal» en sus actos. Y por ello acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Rojobilbao, habitualmente comparto y estimo tus comentarios, pero cuando intentas hacer compatibles liberalismo (al menos el que conocemos) con cristianismo creo que te equivocas. Precisamente uno de los grandes males de esta sociedad es que "Los mercaderes SÓLO buscan rentabilidad para su inversión, lo lógico". No sé cuál será tu experiencia laboral pero, al menos en la mía, estoy harto de pelearme con gente que piensa así y de navegar contracorriente para intentar humanizar el trabajo. Yo sin duda me quedo con Mt 6.

Por cierto: si miramos el número de abortos consentidos y alentados en los países "liberales" quizá lleguemos a la conclusión de que no estamos tan lejos de las barbaries nazis.

A.A.

rojobilbao dijo...

Un país que consiente el aborto tiene de liberal lo que de democráticas las repúblicas comunistas del este de Europa.

Y desde luego que los mercaderes deben buscar unicamente su beneficio. Otra cosa es que para lograrlo no puedan transgredir las leyes morales. Una cosa no quita lo otro.