Morales y dobles morales

Supongo que en todos nuestros hogares hemos oído alguna anécdota que sale a relucir recurrentemente cuando sirve para ilustrar determinadas situaciones. En mi casa, una de ellas (intuyo que inventada pero igualmente válida) versaba acerca de un caco y el juez que debía juzgarle.

El choro en cuestión llevaba una larga temporada sustrayendo radiocasettes en automóviles y formaba parte del paisaje del juzgado. Pues bien, en una ocasión, y tras quedar probados los delitos cometidos, el juez concedió la libertad al ratero. No obstante el juez antes de dar por finalizada la vista pidió al delincuente que se acercara, en un tono paternalista dio una palmada en la espalda al amigo de lo ajeno y le conminó a no repetir sus travesuras.

Escasos segundos más tarde, y con el mangante con un pie fuera de la sala, el juez puso el grito en el cielo. El habilidoso bandido le había distraído el Cross de oro regalo de su mujer. ¡Qué sinvergüenza! Tras devolver el bolígrafo, el chaval pudo por fin abandonar los juzgados... camino de la cárcel.

El diario El País ha tratado de justificar las canalladas de Evo Morales durante las últimas semanas. No tiene desperdicio, sobre todo, el último párrafo de su editorial de ayer. Le reprocha las formas pero respeta el fondo.

Y lo seguirá haciendo como hermano mayor en la ideología que se siente. Ahora bien, su Cross no se toca. Ya está al tanto ZP.

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