Como el Cid en Valencia

Nueva entrada en "católicos-on-line". Las cosas en el Vaticano están cambiando a mayor velocidad de la que se podría esperar tras cinco años de lento cambio. Y se avanza mirando hacia detrás. 

Durante los cónclaves de 1978 por los cuales salieron papas Juan Pablo I y Juan Pablo II, hubo un hombre del que se dice que a punto estuvo en ambos casos de salir elegido. Era el favorito del sector “conservador” y de la Curia, era el arzobispo de Génova, cardenal y antiguo presidente de la conferencia episcopal italiana (CEI) Giuseppe Siri. Este cardenal su fidelidad a la Iglesia no le impedía tener sus propias opiniones. Así, no le gustaba el llamado postconcilio, donde se estaban llevando aún más lejos reformas litúrgicas que consideraba como mínimo simplistas. Los poco afortunados clichés que nos llevan a pensar en términos de política secular las dicotomías conservador/progresista podrían hacernos creer en una sintonía entre Juan Pablo II y el cardenal Siri. No era tanta. Compartían un rabioso anticomunismo, pues conocían al enemigo, y ambos compartían una visión eclesiológica, donde la colegialidad no era ni un fin ni algo estrictamente necesario. Pero les separaban cosas como la visión litúrgica, en la que Juan Pablo II siempre intentó estar en una vanguardia arriesgada. El cardenal Siri murió en 1989, y bien se podría pensar que no queda ya nada de él. Pero como el Cid, el cardenal es capaz de ganar batallas después de muerto. Y lo hace de la mano del actual Pontífice, Benedicto XVI. ¿Cómo? Por medio de sus discípulos, los “Siri boys”, expresión acuñada por el blog “Rorate Caeli”.

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