Dos cosas sobre Egipto

1º El análisis de un intelectual inteligente pero un tanto optimista, me temo:

Esta historia del mundo árabe, reducida a lo básico, conviene tenerla en mente para entender los levantamientos de Túnez o de El Cairo. La alianza contra natura entre las democracias occidentales y los déspotas árabes frente al supuesto peligro islamista es una invención conjunta de esos déspotas y de nuestros demócratas. Nicolas Sarkozy, que retoma para sí la tesis sin palabras refinadas de Jacques Chirac, declaraba muy recientemente que había que «elegir entre Ben Ali y los barbudos». Pero entre los manifestantes de Túnez o de El Cairo distinguimos pocos barbudos: consideraremos que los «Hijos de Rifa» (una expresión utilizada con frecuencia por los demócratas egipcios para reconciliarse con su propia historia) son mayoritarios, en cualquier caso entre la clase culta, que es la que dirige la revuelta. Por tanto, Rifa tenía razón: los árabes son perfectamente capaces de adoptar una Constitución sin que esta sea ni islamista, ni tiránica. Añadamos a beneficio de aquellos a los que atraigan las comparaciones que la revolución iraní de 1979 fue dirigida por una clericatura chií, una tecnocracia religiosa propia del Irán feudal y totalmente desconocida en las sociedades suníes del Magreb. A los Hijos de Rifa, por tanto, les falta constituirse en un partido o movimiento social, algo que, lo reconocemos, no ha sido, hasta ahora, su punto fuerte.

2º Los socialistas siempre tan honestos y llenos de principios (vía Alemania: Economía, Sociedad y Derecho)

La Internacional socialista expulsa al partido de Mubarak de la organización


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