¡Cuidado con las carteras, he visto un político!

Recuerdo cuando hace unos años el Ayuntamiento de Bilbao ordenó a la policía municipal que extremara su celo a la hora de vigilar los comportamientos de los conductores de la Villa. Dicho y hecho, la sinfónica sacó el silbato de los domingos y nos regaló un recital de boli Bic y libreta. Ni los accidentes, ni los atascos, ni la inseguridad habían crecido, entonces, ¿por qué se impartían esas instrucciones? La intención era clara, robar. ¿La policía contribuyendo al robo? Exacto.

Que la burocracia genera más pobreza está archidemostrado, que lo público es a riqueza como vino es a templanza, también. Por supuesto que lo público ha de existir, pero en la medida de lo estrictamente necesario. No puede ser que por ineficientes en la gestión de los recursos de todos, los políticos nos sustraigan lo que ganamos con nuestro trabajo. Sobre todo si tenemos en cuenta que en el sector privado la incompetencia se paga con el despido.

Funcionarios y miembros de la corporación bilbaína habián dejado las arcas del consistorio como un solar. Qué se podía hacer, freir al ciudadano a multas sibilinas y engordar las finanzas municipales para seguir gastando como si se fuera a acabar el mundo. Robar. Los responsables del presupuesto no habían sido capaces de gestionar el montón inicialmente asignado y vieron en los bolsillos de los bilbaínos la solución a su incapacidad.

Wolfgang Schussel, canciller austriaco y presidente de turno de la UE, propone crear un impuesto para financiar el presupuesto comunitario. "Tenemos que insistir en la financiación de Europa. Quien quiera una Europa fuerte no puede andarse con remilgos", ha dicho Schussel. Mire Herr Wolfgang, el presupuesto europeo existe gracias a los impuestos que los países miembros recaudan a sus ciudadanos. El sistema permite que la inmensa burocracia que soportan los 25 esté lo suficientemente bien remunerada para que Europa pueda exigirles a ustedes la correcta gestión de los recursos con los que cuentan. Si no se ven capaces de llevar el proyecto a buen puerto, rebajen los objetivos y que la UE viaje a la velocidad que sea capaz de soportar. Europa podrá crecer si a sus individuos y empresas se les permite generar riqueza. Si por el contrario se les mete continuamente la mano en la cartera, los europeos notarán doblemente la pérdida. Al pagar el impuesto y cuando vean los resultados de su utilización. Da lo mismo que se haga en Bilbao que en Bruselas. Robar está feo, pero peor aún, genera pobreza.

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