Amamantando cretinez

(...)Cindy Piccard acudió a visitar el famoso Museo del Prado de Madrid con su bebé de 5 meses, el bebé tenía hambre y se puso a llorar reclamando su alimento, sin pensarlo, su madre se dispuso a amamantarlo en la sala 16B, justamente frente al cuadro de La Maja Desnuda (resulta una escena graciosa pero tierna a la vez).

Uno de los vigilantes del museo se dirigió a ella en un tono que no es el adecuado en una persona que debe tratar con el público y le dijo que eso no se podía hacer allí. El vigilante le indicó los sitios adecuados para amamantar al bebé, el lavabo o la cafetería eran las opciones recomendadas.

Lógicamente la madre le preguntó si la prohibición se contemplaba en las normas del museo, a lo que el vigilante contesto que sí. La madre hizo la reclamación oportuna a la conserjería del museo, en un principio todos le dieron la razón, pero al cabo de unos días, le comunicaron la invalidez de la reclamación porque estaba prohibido dar el pecho, argumentando que podía molestar a los demás visitantes del museo.(...)

El vigilante actuó de manera correctísima, ya que dar el pecho es una actividad visualmente perturbadora que debe ser ejercida en un lugar adecuado. Los servicios o como mucho la cafetería. No se da el pecho en el Congreso de los Diputados en plena sesión, ni en misa, ni en clase en la universidad y por supuesto tampoco se debe hacerlo en un museo. Confiramos a cada lugar su correspondiente decoro.

Pues, hay gente "solidaria" que no está de acuerdo conmigo.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

"ya que dar el pecho es una actividad visualmente perturbadora"

Se ha de ser animal, o un "españolazo" de esos de antaño. Tú sí que eres perturbador, payaso.

Anónimo dijo...

EVANGÉLICO

Dijo Jesús: “Dad de comer al hambriento, dad de beber al sediento, vestid al desnudo...”
La madre da de comer y beber a su criatura en cuanto ésta se lo reclama. Sabido es que la leche materna es el mejor y más natural de los alimentos para el bebé y como sólo viene en el TETA-BRICK de la madre, pues a despechugarse con discreción; y aquí es donde encaja lo de vestir al desnudo, medio vestir el pecho desvestido. Hay madres que amamantan a sus criaturas exhibiendo sus poderes perturbadores; otras, recatadas, buscan un rincón y su mano que les proteja de los curiosos.

Estando lejos de casa; en la calle, de viaje o en un museo, como es el caso que se describe, en cuanto se dispara la alarma del hambre la madre puede salir corriendo para amamantar al hijo pero ¿a dónde? todo queda lejos. El museo ofrece el aseo ¿comer donde se descome? NO, y la cafetería; ¿la mandará el camarero también al aseo?. No, señor Zugaza, al aseo no se le manda a nadie para comer y menos a un bebé.

A los visitantes del museo se les supone sensibilidad o compostura o ambas, como para no pararse en pechos. Salir del museo y sin ir más lejos sentarse en las escaleras para alimentar al lactante habría sido más llamativo y más expuesto a miradas de todo tipo, algunas, como las del vigilante, ven teta donde no hay más que pecho.

Anónimo dijo...

"Se ha de ser animal, o un "españolazo" de esos de antaño. Tú sí que eres perturbador, payaso."

Hay muchas maneras de perturbar, por ejemplo, distraer, como las fotos que impiden hacer.

No hay nada peor que un progre cuando le llevas la contraria, se pone como un orate insultando.

La pregunta es por qué la izquierda sirve de coartada a orates con problemas de autoestima y a psicópatas ebusteros compulsivos.

rojobilbao dijo...

Señor Gil, se des-come en un retrete no en el servicio. Los servicios de muchos museos disponen de antesala. Y la sensiblidad no nos falta a nadie, como tampoco a los católicos que vamos a misa, pero por muy alimenticio que sea un pecho, si la señora está de "chapeau" la imagen perturba.
Insisto o el servicio o la cafetería.PUDOR.

Anónimo dijo...

Estimado Rojobilbao: hace poco más de una año que le sigo con deleite por sus acertadas elecciones y opiniones. He comprobado su indiscutible sensibilidad en temas humanos, religiosos y artísticos. Pienso que de este mundo tan cambiante y convulso sólo nos salvará la cultura, la meditación y el respeto; en nuestros hogares, en las relaciones con los amigos y en ambientes relajados, campos, iglesias, museos y con poca gente.

Ver una madre dando de mamar a su bebé me inspira ternura; ya sean madres lozanas o africanas depauperadas, que las he visto en sus poblados, éstas, además, dan pena.

La antesala de los aseos suele oler más a ambientador que a museo.
Todos no tenemos la misma sensibilidad artística ni orgánica; pero en uno de los templos del arte como es El Prado tenemos ojos para los desnudos colgados y no pensemos que la gente se cuelga por una mama desnuda.
En la gente educada predomina, cuando menos, la compostura. Demos ese crédito a cuantos accedan a El Prado
Siga en la brecha que yo le sigo encantado.
reciba mi cordial saludo y respeto.

rojobilbao dijo...

Señor Gil para cerrar el tema le diré que sea cual sea la opinión más acertada, la reacción de la mujer ante una norma del museo fue la equivocada, y la reacción de las amamantadoras solidarias patética. Cambiese la norma si está errada. Pero no a la tremenda.