Alergia y derechos

Dicen que es tal la higiene en nuestra vida que el cuerpo humano ante la ausencia de enemigos serios se los inventa y aparecen las alergias a cosas inicuas como las lentejas. Algo parecido debe ocurrir con los filósofos y los derechos porque si no, no me explico situaciones como las que he leído. Resulta que existe una asociación que trabaja para proteger a los animales de la explotación humana a la que son sometidos a diario. Están en contra de su venta en Las Ramblas de Barcelona, del abuso en lo que a consumo de carne se refiere, del experimento con ellos en laboratorios, de los espectáculos en circo, de la fiesta nacional y de la indumentaria con pieles de éstos; entre otras cosas. Terrible, su presidenta afirma que existe la amenaza del “calentamiento animal, que en los últimos cinco siglos es cuando se ha producido un gran avance de éste”. Para la directora en España de AnimaNaturalis la industria cárnica es la segunda más contaminante en el mundo “por el transporte de los animales en camiones y vehículos y el mantenimiento de las granjas” (la industria China, estadounidense, brasileña, australiana... deben ser a la vez la primera, sino no salen las cuentas). Afirma que para ellos es importante que se reduzca el consumo excesivo de carne y no lo afirma como nutricionista, sólo como alelada, porque ¿Qué es excesivo? ¿Un filete al día, quizá dos hamburguesas a la semana o cualquier consumo de carne? Yo creo que cualquier consumo de carne va a ser la respuesta.

Lo dicho, se aburren tanto que ya no saben ni con qué meterse. ¿Para cuando la defensa de la mosca Tse-Tse? Los mosquitos esos grandes olvidados...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estan tambien contra los sacrificios halal para musulmanes o eso les parece una cosa multicultural a mantener?

Elentir dijo...

En Vigo, en la avenida de Samil, hay una pintada que dice: "Si comes carne, asesinas".

Es alucinante el calibre de algunas idioteces que puede llegar a soltar los ecologistas más fanáticos.

Anónimo dijo...

A esa gente, Elentir, los soltaba yo una temporadita en el campo a una distancia razonable de cualquier pueblo o ciudad, con lo puesto, para que se buscaran la vida, y vieran lo que les supone volver a la caverna.