Homosexualidad y EpC: una respuesta a Branhunter

Decía Branhunter en los comentarios al anterior post varias cosas que prefiero contestar en un nuevo post por su longitud.

El obispo Munilla habla de la familia como la célula de la sociedad (algo que ya cantaran Siniestro total en “a casa”) pero no como única célula posible, sino como célula de ÉSTA sociedad y la mayoría de las que conocemos desde hace unos milenios. Por supuesto que existen varios tipos de familias, no es lo mismo la espartana que la de los Borgia o los Kennedy, pero la sociedad (es una realidad palpable) se basa en células familiares que pudieran ser amplias o mínimas, según lo quiera el individuo. En ella nacemos y crecemos, en ella nos apoyamos y a ella renunciaremos si es nuestra voluntad. Pero negar la realidad para lograr cambiarla es un error. Si lo que asusta es que los padres controlen la moral y la educación de los hijos, si lo que gusta es el modelo espartano, dígase y escójase en libertad, pero no se falsee la realidad y se pretendan hacer cambios a escondidas o al menos intentando que nadie se de cuenta, el timo del tocomocho . Nuestra sociedad basada en la familia es la óptima y por ello la defendemos. Quien quiera otra lo diga a las claras.

La constitución y la sociedad dice que la educación moral de los hijos es cosa de los progenitores. Y así debe ser. ¿Defendemos la propiedad privada negando el derecho de un padre sobre un hijo? ¿Qué hace a la sociedad “dueña” de un hijo frente al derecho de quien le da la vida y carga con sus gastos y atenciones? No, los progenitores que deseen descargar en el Estado la educación moral de sus hijos son libres de hacerlo, pero no puede ser algo obligatorio. Y como lo legal y lo moral no son sinónimos los católicos nos enfrentamos a un dilema. Por un lado cosas legales son inmorales y queremos dejárselo claro a nuestros hijos. Queremos que distingan y diferencien lo legal (la homosexualidad) con lo inmoral (el acto homosexual). Por otro lado el Estado quiere que deje de haber homofobia y otros “pecados sociales” y por ello pretende adoctrinar. Porque no plantea una asignatura en la que se enseñe la constitución y los códigos civiles y penales, no, pretende cambiar la mentalidad de los alumnos. No dar conocimientos, sino posturas ético-morales ante la vida. Y ahí nace mi protesta. Enseñen leyes a mi hijo si lo desean, pero no que la homosexualidad es una forma de relacionarse más de la misma manera que ser vegetariano es otra forma de alimentarse. La sexualidad tiene una carga moral y esa carga (positiva, negativa y neutra) al pone el educador, no el Estado. Mi hijo debe aprender que la homosexualidad es real, está en la calle (lo verá a diario) aprenderá a convivir con ellos, a tratarl a los homosexuales con respeto y con justicia, pero no por ello dejará de aprender que es un pecado (y grave) dichas prácticas y que debe abstenerse de ellas.

Enseñen leyes, no pasen de dichas frontera.

4 comentarios:

Branhunter dijo...

Yo, que aunque no lo parezca, soy un caballero, siempre agradezco todo comentario mío que reciba atención, así que gracias. Permíteme, ahora, que te comente algunas cosa.

La moral es para uno pero la ética es para todos. Al final de la argumentación expones claramente lo que tu hijo debe aprender de la homosexualidad y como debe interpretarla, pero, yo insisto: ¿Y si siente pulsiones sexuales que le impulsan a relacionarse con otros hombres, qué vas a ofrecerle? No tendrás mucho más que ofrecerle salvo penitencia, castidad y represión, no será en ti donde encontrará el apoyo para realizarse y toda la carga moral que le hayas transmitido, sobre la sexualidad como pecado, va a perjudicarle como persona. Puesto que vives dentro de un sistema de creencias de tipo cristiano, estás mal situado para ser una referencia para él, si se produce una realidad observada y observable, que es el deseo sexual hacia personas del mismo sexo.

Hay muchos ámbitos donde eso mismo puede suceder, no tan pecaminosas. Por ejemplo, si la moral de una familia establece que las mujeres no deben trabajar, sino tener muchos hijos y cuidarlos, ¿no le asiste a la hija afectada por dicha moralidad familiar el aprender que hay otras formas de ser mujer, que no equivalen a ser ama de casa perpetua?

Podemos seguir poniendo ejemplos de todo tipo que van en la misma dirección. Se me ocurren, también, el uso del preservativo o incluso las transfusiones de sangre, pensando en los testihos de Jehová. Todo ello desemboca en algo obvio, que los padres (que no la familia) no son fuente de todo bien y saber. Dices que asusta que los padres "controlen la moral de sus hijos" y es cierto. Los padres se deben a sus hijos, deben hacer todo lo posible y mucho más para que se desarrollen como personas y sean felices, lo cual implica también trasladarles valores, pero eso no es controlar la moral ni implica oponerse a que existan formas de transmisión de principios éticos básicos fuera del hogar. Cierto es que esa confusión es frecuente y que se encuentra implícita en el artículo 27 de la Constitución, al que aludes, pero es a los individuos, no a las famlias, a los que corresponde establecer sus propios supuestos morales y de lograr lo que el artículo 15 persigue, que es la integridad física y moral.

Pues bien, la escuela, que es donde se socializan los menores, parece el lugar para conocer otro tipo de lecturas de la realidad que pueden ser muy importantes para ellos. Y a los padres les corresponde, si creen que la homosexualidad es pecado y desean transmitirlo, pues transmitirlo también. Pero ello no debe ni puede tener lugar al margen de imperativos éticos como la seguridad sexual, la seguridad afectiva o la culpabilización ante sentimientos y deseos perfectamente legítimos.

Y ese es el quid de la cuestión, al fin y al cabo, que lo que hay que garantizar es que un hijo, no sólo aprenda que la sexualidad es un pecado, sino que vivir la sexualidad como pecado, en cualquiera de sus formas, es tan sólo una forma de entender la realidad.

Anónimo dijo...

Si la escuela adoctrina en cuestiones de moral habría UNA única verdad o UNA única forma correcta de ver el mundo, si lo hacen los padres habrá MILES de formas de verlo. Por lo tanto lo primero me parece negativo y totalitario y lo segundo democrático y además se atiene al sentido común. Los individuos cuando entren en relación con sus iguales podrán pensar por sí mismos sin cortapisas, mientras que si hay una verdad oficial los DISIDENTES ( señalo la palabra) serán considerados como raros o evitables.
No es por tanto de recibo que el Estado entre en cuestiones de moral.
¿Qué parecería si un gobierno de extrema derecha fuera el que impusiera su verdad como la oficial?
No hay por donde cogerlo. Es una actitud, hay que decirlo bien claro, propia de DICTADURAS

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Los padres tienen todo el derecho del mundo a "enseñar" a sus hijos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal (en la medida de lo posible: léase el "Menón" platónico).

Y los hijos tienen todo el derecho del mundo a ENTERARSE de que, además de la moral que les transmiten sus padres, hay otras opiniones y otras realidades, con sus argumentos a favor y en contra.

Pretender que los niños (o los mayores) NO SE ENTEREN de que existen ciertas cosas, ESO es "adoctrinar".

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

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