Porque siempre ha habido clases

El gran capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba) debe liberar a Roma del acoso del corsario vizcaíno Menaldo Guerra, a sueldo de Francia. Es costumbre de Gonzalo intentar vencer sin lanzada ni sangre de sus soldados. Por ello conmina a Menaldo en que deponga su actitud y deje de atacar al Papa en su calidad de cristiano y español.

"Y más siendo español, que nunca los de nuestra nación han sido traidores ni malos cristianos".

Menaldo, más chulo que un ocho, le responde:

"Decid a Gonzalo Hernández que otros tan bravos como él han venido con la misma intención que él viene y no les aprovechó en nada, y decidle que se acuerde que todos somos españoles y que no se enfrenta a franceses, sino con un español, y no castellano, sino vizcaíno."

Por desgracia para Menaldo, tenía más boca que pericia militar y perdió "por goleada" la batalla.

Leído en el libro "el gran capitán" de la editorial EDAF.

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