La encíclica "Caritas in Veritate" y el liberalismo
Publicado por
rojobilbao
on sábado, 18 de julio de 2009
Etiquetas: Iglesia, liberalismo
Los liberales católicos nos encontramos en una difícil situación ante cada nueva encíclica social. El Papa, es algo más que alguien a quien respetar. Es una voz a escuchar y en gran medida obedecer. En ciertos temas su palabra es Verdad, y la libertad de la que Dios nos ha dotado nos permite acatar y hacer nuestra dicha Verdad. Pero hay temas que son discutibles. No se es ni más ni menos católico por creer y estar de acuerdo con tal o cual idea referente a la forma en la que la Iglesia percibe la economía y lo que la rodea.
Una primera lectura muy superficial y algunas columnas escritas con urgencia me pusieron en contra de la encíclica. Veía (porque saltan a la vista hasta al lector más obtuso) una importante cantidad de perlas, pero vi más nubarrones de los que luego, con una lectura serena e hipertextual he encontrado. No pretendo llevar el agua a mi molino. La encíclica pone lo que pone y no creo que haya que interpretar nada. A falta de una traducción definitiva, la “edición typica” deberemos asumir que lo que pone es lo que el Papa ha querido decir, expresar.
Quisiera mostrar algunas frases que la encíclica plantea como axiomas y con las que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que si no se aceptan la lectura de dicho texto resulta absurdo.
1º La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. (P.2)
2º La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende «de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados». (P.9)
3º No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva. (P.12)
La encíclica está trufada de ideas poderosas y acertadas y salpimentadas por otras de dudosa validez. A George Weigel le ha resultado tan chocante y evidente esto que denomina a la encíclica como un ornitorrinco, con el Papa escribiendo en letras de oro y el dicasterio de Justicia y Paz escribiendo en rojo. Yo no voy a ir tan lejos, porque desconozco los entresijos vaticanos, pero sí es cierto que algunas cosas resultan chocantes. Por ejemplo leemos “Para eso es necesario que en el mercado se dé cabida a actividades económicas de sujetos que optan libremente por ejercer su gestión movidos por principios distintos al del mero beneficio, sin renunciar por ello a producir valor económico. Muchos planteamientos económicos provenientes de iniciativas religiosas y laicas demuestran que esto es realmente posible.” (P. 37) De manera que dice que el mercado debe dar cabida a un tipo de empresa (como si alguna norma escita o no lo impidiese) que no busque como objetivo último el beneficio y a la vez ¡afirma que existen iniciativas de ese tipo con un cierto éxito! Otro ejemplo “Pablo VI invitaba a valorar seriamente el daño que la trasferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, puede ocasionar a la propia nación.” (P. 40) y más adelante “está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero.” (P.62)
Algunas ideas brillantes (que brillan especialmente) hacen referencia a la responsabilidad del individuo. “El hombre no se desarrolla únicamente con sus propias fuerzas, así como no se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera. (…) el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos.” (P.11) “Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada.” (P.17) “Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido negativo, pero no por su propia naturaleza, sino por una cierta ideología que lo guía en este sentido. No se debe olvidar que el mercado no existe en su estado puro, se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan. (…) Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social. (…) no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad” (P.36) “La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado.” (P.38)
Relacionado con esta responsabilidad se enmarca la denominada ayuda internacional que tan equivocadamente apoyó Pablo VI (equivocadamente por ser poco útil no por una intención errada) dice “para solucionar los actuales problemas económicos, debería apoyar en primer lugar la consolidación de los sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países que todavía no gozan plenamente de estos bienes. Las ayudas económicas deberían ir acompañadas de aquellas medidas destinadas a reforzar las garantías propias de un Estado de derecho, un sistema de orden público y de prisiones respetuoso de los derechos humanos y a consolidar instituciones verdaderamente democráticas.” (P.41) “los propios organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos, frecuentemente demasiado costosos. A veces, el destinatario de las ayudas resulta útil para quien lo ayuda y, así, los pobres sirven para mantener costosos organismos burocráticos, que destinan a la propia conservación un porcentaje demasiado elevado de esos recursos que deberían ser destinados al desarrollo.” (P.47) “(...) ayudas internacionales al desarrollo. Éstas, por encima de las intenciones de los donantes, pueden mantener a veces a un pueblo en un estado de dependencia, e incluso favorecer situaciones de dominio local y de explotación en el país que las recibe. (…) Conviene recordar también que, en el campo económico, la ayuda principal que necesitan los países en vías de desarrollo es permitir y favorecer cada vez más el ingreso de sus productos en los mercados internacionales, posibilitando así su plena participación en la vida económica internacional.” (P.58) “Las sociedades tecnológicamente avanzadas no deben confundir el propio desarrollo tecnológico con una presunta superioridad cultural, sino que deben redescubrir en sí mismas virtudes a veces olvidadas, que las han hecho florecer a lo largo de su historia.”(P.59)
Referente al desarrollo tecnológico hace algunas reflexiones pertinentes incluso para quien descrea de (casi) todo. “Ninguno da forma a la propia conciencia de manera arbitraria, sino que todos construyen su propio «yo» sobre la base de un «sí mismo» que nos ha sido dado. No sólo las demás personas se nos presentan como no disponibles, sino también nosotros para nosotros mismos. El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. (…) Ante esta pretensión prometeica, hemos de fortalecer el aprecio por una libertad no arbitraria, sino verdaderamente humanizada por el reconocimiento del bien que la precede.” (P.68) “la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales.” (P.69) “El desarrollo tecnológico puede alentar la idea de la autosuficiencia de la técnica, cuando el hombre se pregunta sólo por el cómo, en vez de considerar los porqués que lo impulsan a actuar. (…) La técnica atrae fuertemente al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral.” (P.70) “Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano.” (P.75)
Por último (otros se centran en otras partes de la encíclica) existe un tormentoso pasaje donde se habla de la Autoridad Mundial, que pone a todo lector en guardia. Siquiera por haber leído en esta encíclica las críticas a los Estados y sus miserables formas de actuar uno ya sería poco estatista. Un liberal tiende a ser antiestatista con mayor razón. Pero quizá la postura papal no sea tan antiliberal como se puede uno imaginar. Veamos lo que dice el Papa. “el principio de subsidiaridad, expresión de la inalienable libertad humana. La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades. La subsidiaridad respeta la dignidad de la persona, en la que ve un sujeto siempre capaz de dar algo a los otros. La subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista. (…) Para no abrir la puerta a un peligroso poder universal de tipo monocrático, el gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario, articulado en múltiples niveles y planos diversos, que colaboren recíprocamente. La globalización necesita ciertamente una autoridad, en cuanto plantea el problema de la consecución de un bien común global; sin embargo, dicha autoridad deberá estar organizada de modo subsidiario y con división de poderes, tanto para no herir la libertad como para resultar concretamente eficaz.” (P.57) “se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. (…) urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial (…) Esta Autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales.”(P.67) ¿Choca esto con el liberalismo? Leamos ahora a von Mises del que nadie pone en duda que sea un decidido liberal. “Pero el liberal no admite que el mundo termine en la raya fronteriza; las lindes nacionales tiene, para él, trascendencia meramente incidental y subordinada. La teoría del liberalismo abarca la humanidad entera. Comienza por afirmar que el ámbito de la división del trabajo no es exclusivamente nacional, sino mundial, advirtiendo que no basta la paz interior; que mayor importancia todavía tiene la concordia internacional. Por eso propugna una organización política cada vez más amplia, hasta llegar a un estado universal que reúna a todos los países bajo un régimen de mutua igualdad, donde la ley nacional quede subordinada a las leyes universales. Reclama tribunales y organizaciones administrativas supranacionales que aseguren la paz entre los pueblos, lo mismo que los órganos judiciales y ejecutivos de cada país guardan el orden dentro del mismo.” “Liberalismo” página 176. Unión editorial (1972)
Una primera lectura muy superficial y algunas columnas escritas con urgencia me pusieron en contra de la encíclica. Veía (porque saltan a la vista hasta al lector más obtuso) una importante cantidad de perlas, pero vi más nubarrones de los que luego, con una lectura serena e hipertextual he encontrado. No pretendo llevar el agua a mi molino. La encíclica pone lo que pone y no creo que haya que interpretar nada. A falta de una traducción definitiva, la “edición typica” deberemos asumir que lo que pone es lo que el Papa ha querido decir, expresar.
Quisiera mostrar algunas frases que la encíclica plantea como axiomas y con las que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que si no se aceptan la lectura de dicho texto resulta absurdo.
1º La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. (P.2)
2º La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende «de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados». (P.9)
3º No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva. (P.12)
La encíclica está trufada de ideas poderosas y acertadas y salpimentadas por otras de dudosa validez. A George Weigel le ha resultado tan chocante y evidente esto que denomina a la encíclica como un ornitorrinco, con el Papa escribiendo en letras de oro y el dicasterio de Justicia y Paz escribiendo en rojo. Yo no voy a ir tan lejos, porque desconozco los entresijos vaticanos, pero sí es cierto que algunas cosas resultan chocantes. Por ejemplo leemos “Para eso es necesario que en el mercado se dé cabida a actividades económicas de sujetos que optan libremente por ejercer su gestión movidos por principios distintos al del mero beneficio, sin renunciar por ello a producir valor económico. Muchos planteamientos económicos provenientes de iniciativas religiosas y laicas demuestran que esto es realmente posible.” (P. 37) De manera que dice que el mercado debe dar cabida a un tipo de empresa (como si alguna norma escita o no lo impidiese) que no busque como objetivo último el beneficio y a la vez ¡afirma que existen iniciativas de ese tipo con un cierto éxito! Otro ejemplo “Pablo VI invitaba a valorar seriamente el daño que la trasferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, puede ocasionar a la propia nación.” (P. 40) y más adelante “está comprobado que los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero.” (P.62)
Algunas ideas brillantes (que brillan especialmente) hacen referencia a la responsabilidad del individuo. “El hombre no se desarrolla únicamente con sus propias fuerzas, así como no se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera. (…) el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos.” (P.11) “Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano; sólo en un régimen de libertad responsable puede crecer de manera adecuada.” (P.17) “Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido negativo, pero no por su propia naturaleza, sino por una cierta ideología que lo guía en este sentido. No se debe olvidar que el mercado no existe en su estado puro, se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan. (…) Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social. (…) no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad” (P.36) “La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado.” (P.38)
Relacionado con esta responsabilidad se enmarca la denominada ayuda internacional que tan equivocadamente apoyó Pablo VI (equivocadamente por ser poco útil no por una intención errada) dice “para solucionar los actuales problemas económicos, debería apoyar en primer lugar la consolidación de los sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países que todavía no gozan plenamente de estos bienes. Las ayudas económicas deberían ir acompañadas de aquellas medidas destinadas a reforzar las garantías propias de un Estado de derecho, un sistema de orden público y de prisiones respetuoso de los derechos humanos y a consolidar instituciones verdaderamente democráticas.” (P.41) “los propios organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos, frecuentemente demasiado costosos. A veces, el destinatario de las ayudas resulta útil para quien lo ayuda y, así, los pobres sirven para mantener costosos organismos burocráticos, que destinan a la propia conservación un porcentaje demasiado elevado de esos recursos que deberían ser destinados al desarrollo.” (P.47) “(...) ayudas internacionales al desarrollo. Éstas, por encima de las intenciones de los donantes, pueden mantener a veces a un pueblo en un estado de dependencia, e incluso favorecer situaciones de dominio local y de explotación en el país que las recibe. (…) Conviene recordar también que, en el campo económico, la ayuda principal que necesitan los países en vías de desarrollo es permitir y favorecer cada vez más el ingreso de sus productos en los mercados internacionales, posibilitando así su plena participación en la vida económica internacional.” (P.58) “Las sociedades tecnológicamente avanzadas no deben confundir el propio desarrollo tecnológico con una presunta superioridad cultural, sino que deben redescubrir en sí mismas virtudes a veces olvidadas, que las han hecho florecer a lo largo de su historia.”(P.59)
Referente al desarrollo tecnológico hace algunas reflexiones pertinentes incluso para quien descrea de (casi) todo. “Ninguno da forma a la propia conciencia de manera arbitraria, sino que todos construyen su propio «yo» sobre la base de un «sí mismo» que nos ha sido dado. No sólo las demás personas se nos presentan como no disponibles, sino también nosotros para nosotros mismos. El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. (…) Ante esta pretensión prometeica, hemos de fortalecer el aprecio por una libertad no arbitraria, sino verdaderamente humanizada por el reconocimiento del bien que la precede.” (P.68) “la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quién es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales.” (P.69) “El desarrollo tecnológico puede alentar la idea de la autosuficiencia de la técnica, cuando el hombre se pregunta sólo por el cómo, en vez de considerar los porqués que lo impulsan a actuar. (…) La técnica atrae fuertemente al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral.” (P.70) “Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano.” (P.75)
Por último (otros se centran en otras partes de la encíclica) existe un tormentoso pasaje donde se habla de la Autoridad Mundial, que pone a todo lector en guardia. Siquiera por haber leído en esta encíclica las críticas a los Estados y sus miserables formas de actuar uno ya sería poco estatista. Un liberal tiende a ser antiestatista con mayor razón. Pero quizá la postura papal no sea tan antiliberal como se puede uno imaginar. Veamos lo que dice el Papa. “el principio de subsidiaridad, expresión de la inalienable libertad humana. La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades. La subsidiaridad respeta la dignidad de la persona, en la que ve un sujeto siempre capaz de dar algo a los otros. La subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista. (…) Para no abrir la puerta a un peligroso poder universal de tipo monocrático, el gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario, articulado en múltiples niveles y planos diversos, que colaboren recíprocamente. La globalización necesita ciertamente una autoridad, en cuanto plantea el problema de la consecución de un bien común global; sin embargo, dicha autoridad deberá estar organizada de modo subsidiario y con división de poderes, tanto para no herir la libertad como para resultar concretamente eficaz.” (P.57) “se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. (…) urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial (…) Esta Autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales.”(P.67) ¿Choca esto con el liberalismo? Leamos ahora a von Mises del que nadie pone en duda que sea un decidido liberal. “Pero el liberal no admite que el mundo termine en la raya fronteriza; las lindes nacionales tiene, para él, trascendencia meramente incidental y subordinada. La teoría del liberalismo abarca la humanidad entera. Comienza por afirmar que el ámbito de la división del trabajo no es exclusivamente nacional, sino mundial, advirtiendo que no basta la paz interior; que mayor importancia todavía tiene la concordia internacional. Por eso propugna una organización política cada vez más amplia, hasta llegar a un estado universal que reúna a todos los países bajo un régimen de mutua igualdad, donde la ley nacional quede subordinada a las leyes universales. Reclama tribunales y organizaciones administrativas supranacionales que aseguren la paz entre los pueblos, lo mismo que los órganos judiciales y ejecutivos de cada país guardan el orden dentro del mismo.” “Liberalismo” página 176. Unión editorial (1972)
Sin duda, desde el liberalismo y con libertad se podrían poner más pegas a la encíclica de las que yo he puesto. Quien quiera leer una crítica dura pero interesante lea este artículo de José Carlos Rodriguez. Quien quiera leer una positiva visión de la encíclica desde el punto de vista de un experto en la doctrina social de la Iglesia lea este otro del profesor Zanotti. Otro artículo interesante es el del profesor Velarde.
Este artículo se lo dedico por diferentes motivos tanto al Embajador en el infierno como a Daniel Ballesteros.
Este artículo se lo dedico por diferentes motivos tanto al Embajador en el infierno como a Daniel Ballesteros.
11 comentarios:
Antes que nada gracias por la dedicatoria rojobilbao. Yo tenía un gran reparo ante esta enciclica, y una primera lectura arroja una impresión triste para un liberal.
Sin embargo, cuanto más la leo más me gusta, hasta el punto en que (salvo la ingenuidad hacia el "para Estado" supranacional) casi todo en ella me parece bien mensurado, reflexionado, palabras que hubiera firmado cualquier liberal consciente y realista. Sigo diciendo que hay que hurgar demasiado en las tripas de la encíclica para poder juntar las partes en que habla de cada tema; algo que no pasaba con Rerum Novarum.
En todo caso, defectos menores... este Papa está siendo muy positivo y está haciendo grandes cosas, siempre en la línea de la doctrina social.
Por otro lado, estupendo como siempre Zanotti, es un "monstruo".
No entiendo como alguien se puede presentar como cristiano y no saber que la "caritas" (que es mucho mas que la mera "caridad" del habla usual) es la base de la accion de todo cristiano. A lo mejor es que necesitas instruirte mejor acerca de tu religion para evitarte sorpresas, como la que pareces mostrar al citar la pagina 2 de este documento. Basta con que leas el primer libro de "De la doctrina cristiana" de San Agustin.
El liberalismo lo conoces igual de bien?
La doctrina social de los diablejos es la solidaridad. O sea, caridad a palos, empezando la debida a los Titiriteros de la Ceja. Un día de esto la latinizáis para completar el robo.
Yo creo que sí sabe qué es la caridad en cualquier sentido: por eso metes la zarpa, claro, porque lo sabe.
beguemot, lo que he denominado como axiomas no los critico ni los doy por desconocidos, tan sólo los presento como base mínima sobre la que se construirá la encíclica.
Los católicos no pueden ser liberales hasta que no abandonen la esclavitud católica y las doctrinas papistas que no son cristianas.
El catolicismo es un esquema totalitario y profundamente peligroso para la prosperidad y para el patriota auténtico.
Beguemot dice:
"No entiendo como alguien se puede presentar como cristiano y no saber que la "caritas" (que es mucho mas que la mera "caridad" del habla usual) es la base de la accion de todo cristiano."
Se nota a la legua los origenes católicos de éste comentarista: eso es rotundamente falso. La base de acción de todo cristiano bíblico, que no católico (los católicos no son cristianos) es la Biblia, la Palabra de Dios y la ley.
Sola Fide, Sola Escritura, Sola Gratia -- esa es la base de acción de todo buen cristiano, no las directrices del Vaticano.
Rojobilbao: abandone usted el catolicismo esclavista y acepte al Cristo de la cruz en el Calvario.
Y yo seguiré insistiendo en lo de siempre: el anticristo será un papa.
Alfredo por favor un poco de honradez intelectual. Me parece muy bien que quieras decir una vez más que los católicos no son cristianos, (pobres de los católicos hasta la llegada de Lutero, Calvino y demás) pero que digas que los católicos no pueden ser liberales porque las doctrinas papostas no son cristianas supone decir que sólo un cristiano puede ser liberal y eso no lo asume nadie que yo conozca.
Pero bueno seguro que entre todas las confesiones protestantes hallaré la Verdad. ¿estará en el luteranismo? ¿Quizá los presbiterianos? ¿puritanos, baptistas? ¿Quizá metodistas o adventistas? porque los papistas esos son los que están equivocados...
Caballero Rojobilbao: disculpe si se ha ofendido porque yo no odio a los católicos: les tengo mucha compasión.
Pero no se puede ser católico a la vez que aceptar el liberalismo porque precisamente va totalmente en contra de las doctrinas de Roma.
O se es o no se es.
Con respecto a lo que me dice de los católicos "antes de la Reforma", pues siempre han existido los cristianos bíblicos pero antes de la Reforma no tenian otro remedio que mantenerse dentro hasta que vino un liberal de verdad y destrozó el dominio papal.
Usted hallará la verdad en la Biblia, no en ninguna "confesión" de un hombre o teólogo.
Pero, a modo de ejemplo, el luteranismo no es bíblico.
Buenas rojobilbao:
Te comunico esto al blog porque no tengo una dirección tuya de correo electrónico.
Estoy construyendo una página web con contenidos austroliberales y me gustaría contar con tu colaboración. Te paso el link.
http://www.austroliberales.com/
También te dejo una dirección de correo electrónico donde poder remitir los artículos que desees enviar, que deberían venir acompañados de una breve biografía y en su caso una foto:
economiaaustriaca@gmail.com
Saludos
La encíclica es magistral, por la autoridad del que lo ha escrito y por su contenido.
El tema de la Autoridad hay que leerlo en el sentido católico y sólo desde el mismo es entendible. Para saber lo que dice, no estaría de más saber qué es la ley natural y leer al respecto, las partes Ia-IIae y IIa - IIae de la Suma Teológica de Santo Tomás; de todas formas, pedirle esto a los liberales tipo José Carlos Rodríguez (¡qué artículo más infantil!) es un exceso.
Por otro lado, y respecto a tu artículo, quizás añadirle como cuarto punto lo siguiente:
"La doctrina social está construida sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia y acogido y profundizado después por los grandes Doctores cristianos. Esta doctrina se remite en definitiva al hombre nuevo, al «último Adán, Espíritu que da vida» (1 Co 15,45), y que es principio de la caridad que «no pasa nunca» (1 Co 13,8). Ha sido atestiguada por los Santos y por cuantos han dado la vida por Cristo Salvador en el campo de la justicia y la paz. En ella se expresa la tarea profética de los Sumos Pontífices de guiar apostólicamente la Iglesia de Cristo y de discernir las nuevas exigencias de la evangelización. Por estas razones, la Populorum progressio, insertada en la gran corriente de la Tradición, puede hablarnos todavía hoy a nosotros".
Saludos.
Wow!, que pasada, lo acabo de ver:
http://www.youtube.com/watch?v=x6vwggmhCUU
No sé quien se cree el autor de este blog para pedir honradez intelectual cuando se dice de sí mismo católico y luego desprecia la Doctrina Social de la Iglesia.
Menuda cara.
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