Los malthusianos

Santiago Grisolía es un gran científico y un mal pensador. Su tercera de hoy en ABC, es lastimosa:

La población mundial actual supera los seis mil millones y medio de personas y es evidente un cambio climático global, que en opinión de los expertos se debe al creciente aumento de población (más de 100 millones de personas anuales) y a sus incesantes demandas energéticas.


En el reciente bicentenario del nacimiento de Darwin, son más vigentes las ideas de Thomas Malthus, quien ya alertó del problema de la superpoblación mundial y la escasez de alimentos a principios del siglo XIX. Malthus proponía la reducción de la natalidad a través del celibato hasta el matrimonio, que debía ser tardío. Se inspiró en Richard Cantillon, un especulador de divisas y banquero irlandés, y en Adam Smith, quien se debatió entre el apoyo al capitalismo puro y su temor a que los monopolios ocasionaran una escasez en los mercados.


4 comentarios:

DePaso dijo...

Grisolía fue un gran científico. Ahora es... un hombre muy mayor.

Aparte de que lo suyo fue la bioquímica.

Una pena acabar haciendo el indio.

Zuppi dijo...

Yo también me he quedado de piedra cuando he leído el artículo y no me podía creer que andara citando a Malthus. Me he preguntado qué habría ocurrido si en vez de firmarlo Santiago Grisolía lo hubiera firmado cualquier desconocido ¿no habría ido a la papelera directamente?

refractario dijo...

A mi no me sorprende en absoluto esta opinión. El malthusianismo es uno de los dogmas más firmemente asentados del sistema vigente. Preguntad a cualquier persona de la calle, incluso católicos, qué opinan acerca de esta cuestión; veréis que la respuesta será muy parecida.

Caribbeanomics dijo...

Ya es casualidad que me cuadre para el comentario algo que escribí hace pocos días:

viernes 18 de diciembre de 2009
Catastrofistas

Desde principios de siglo XIX han venido surgiendo en todos los órdenes del pensamiento tesis y doctrinas de carácter catastrofista: poblacionales, sociales, médicas, económicas y climáticas. Casi todas ellas se han pretendido apoyar en, aparentemente, irrefutables modelos estadístico-matemáticos y la mayoría, en mi opinión, tienen tres cosas en común:

- Una visón estática de la realidad
- Una falta de confianza en la capacidad de creación y adaptación del ser humano
- Un, quiero pensar que inconsciente, rechazo al progreso.

Así, vemos que el número máximo de seres humanos que, según los modelos malthusianos, la tierra podría alimentar, se aproxima cada vez más al de personas que padecen obesidad.

Sería inacabable la lista de artículos aparecidos desde 1950 hasta hoy señalando que “solo queda petróleo para los próximos 10-15 años", cuando la realidad es que las reservas probadas de petróleo en los últimos 30 años según la EIA se han duplicado holgadamente.

A principios de los años 60 no eran pocos los que afirmaban que el modelo económico existente tendía a agravar las diferencias entre los países desarrollados y los eufemísticamente llamados “en desarrollo”. Si tomamos como indicador la esperanza de vida, citemos textualmente a la ONU en su:

Informe conciso sobre las tendencias demográficas internacionales, 1998: salud y mortalidad

“Desde la segunda guerra mundial se ha reducido la mortalidad de manera notable, de modo que la esperanza de vida media en todo el mundo ronda los 62 años en los hombres y los 67 años en las mujeres, nivel que caracterizaba a las regiones desarrolladas del mundo a comienzos del decenio de 1950. La mortalidad ha disminuido realmente en todo el mundo, aunque la esperanza de vida ha aumentado más rápidamente en las regiones menos desarrolladas que en las más desarrolladas, de modo que la diferencia entre ambas se redujo de 25,6 años y a comienzos del decenio de 1950 a 12,1 años en 1990-1995”

El propio CDC norteamericano proyectaba en 1992 un incremento lineal de las muertes por SIDA hasta el año 2000 con un ligero decrecimiento a partir de este momento para alcanzar niveles de muerte por esta enfermedad similares a los de 1990 en el año 2050. Pues bien, según datos de esta misma institución, esto fue conseguido en 1999.

No les neguemos a estas ideas, teorías y proyecciones el valor de despertar una conciencia social orientada a promover la resolución de determinados problemas, pero tampoco hagamos de las mismas una verdad incontrovertible.

La capacidad de creación e invención del ser humano es inmensa y la evolución y el cambio son asombrosamente rápidos, con lo que cualquier análisis estático de la realidad está inevitablemente condenado a ser desmentido por el mero paso del tiempo.