Historia de una venganza

La nueva película de Spielberg es la historia de una venganza. Está inspirada en hechos reales, pero no asumamos de inicio que todo lo relatado sea cierto (y menos a ese nivel de minuciosidad). De la película como obra de arte nada diré. Me interesa más lo que la película parece querer decir, debido a que ésta película tiene un alto contenido político.

La historia es la venganza del Estado de Israel sobre aquellos que participaron de alguna manera en los asesinatos de los atletas israelíes en Munich en 1972. El hecho de que sea una venganza ya provoca estertores en la progresía más cándida (cuando no farisea). Muchos entienden y comprenden el 11-S como respuesta al imperialismo Yankee pero son incapaces de comprender mínimamente la respuesta israelí. No me extenderé sobre esto. Dudo que dichas mentes planas sean capaces de alterarse por lo que nadie diga. Siguen rodando en su vía estrecha sin posibilidad de cambiar de vía.

Spielberg intenta desde la ecuanimidad presentar el proceso desde una perspectiva únicamente israelí. Puede ser un acercamiento adecuado aunque insuficiente, porque es mucho más fácil ocultar o disimular la maldad del Septiembre Negro y los musulmanes que aplaudieron y colaboraron con sus matanzas, al no tener que diseccionarles durante más de 2 horas. De la parte musulmana sólo se nos ofrecen muy breves pinceladas y resultan muy pobres (en el caso de los terroristas parecen más críos asustados que asesinos despiadados) o barnizados de bondad. Un padre cariñoso, o un culto intelectual amante de las letras, por ejemplo. Es más, en toda la película no se ofrece ni una sola prueba de la implicación de los después asesinados. Pudiera ser que los miembros del Mossad encargados de la operación no conocieran las pruebas, pero tampoco se ve a los “jefazos” israelíes mostrando las pruebas y así tranquilizando a los espectadores que marchan del cine con el run-run de unos muertos quizá inocentes.

En su afán de parecer ecuánime, Spielberg (temiendo llevar el judaísmo como losa), trata a un miembro del grupo como un autentico carnicero incapaz de sentir empatía alguna (el futuro James Bond, acepta el reto de un papel malo por plano y peor interpretado) o a un contacto entre el grupo y el Mossad (Geoffrey Rush) como un ser mezquino y un tanto histérico. No creo que hiciese falta trucos tan pobres para presentar la difícil situación de Israel y los errores y reprochables delitos en los que se vio envuelto el asunto. Parece por momentos que Spielberg tiene más interés en culpar a Israel que al grupo que actúa prácticamente por cuenta propia. Es más, es decisión del jefe del grupo (el protagonista, el finalmente redimible) matar a uno que no está en la lista, pero que un contacto le dice que es el sucesor de alguien al que acaban de liquidar. No recibe la orden de Israel, actúa por su cuenta.

Si la película fuera para el mercado interno israelí tendrían más sentido ciertos momentos en los que se puede notar cierto antisemitismo. Los comentarios de la madre del protagonista, para un desinformado de la situación del estado de Israel, de su nacimiento y de su supervivencia, sonarían a los delirios de una loca mesiánica y sin escrúpulos, no a la necesidad de tranquilidad que precisaban los fugados de las garras nazis que vieron morir a todos sus familiares. Spielberg no siente ninguna simpatía por el sionismo y eso se nota en toda la película. Parece casi que no le gusta la misma existencia del estado de Israel.

En definitiva, la película, sin parecerme antisemita, creo que es en lo político, tendenciosa y por muy bien que me pareciese como obra artística, creo que es una película, por tanto, fallida.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo un detalle:
(en el caso de los terroristas parecen más críos asustados que asesinos despiadados)
¿Cuantos terroristas conoces para poder afirmar que todos son "asesinos despiadados" y no "críos asustados"?

Yo por ejemplo no podría afirmarlo